Desde principios de este año, les Bassins des Lumières aloja la exposición Dalí, el enigma sin fin. En ella el visitante se sumerge en más de sesenta años de producción artística de una de las personalidades españolas más reconocibles del siglo XX. Las decenas de pantallas juguetean con sus obras, sus colores y su luz, homenajeando fielmente el espíritu surrealista que las inspira. Como el mar que preside sus pinturas, también el agua invade el recorrido como una alfombra reflectante que sirve para resaltar lo onírico de los cuadros. Pinturas como La persistencia de la memoria, Leda atómica o la tentación de San Antonio son deconstruidas y reinterpretadas frente al espectador, con la música de Pink Floyd como acompañante.
Con la colaboración entre la Fundació Gala-Salvador Dalí y la antigua base submarina, se asienta un vínculo preexistente entre el artista y la región. Y es que la Gironda sirvió de refugio al pintor cuando en 1939, tras 3 años de exilio entre París, Nueva York y Londres, decidió establecerse en Arcachon. Dalí cuenta en sus memorias que eligió la localidad al azar, una vez decidida la región basándose en su gusto por el vino y las ostras de la Gironda. No obstante, en el mismo pueblo se refugiaron otros españoles como Manuel Azaña, así como otras personalidades que visitaron al matrimonio, como Marcel Duchamp, Coco Chanel o Samuel Beckett, por lo que una elección a ciegas parece inverosímil.
Fuera o no por casualidad, vivieron casi un año en la ciudad: desde principios de septiembre del 1939 hasta que la invasión alemana les obligó a huir de vuelta España en junio del 1940. De esos días cuentan que cuando se trasladaron a Burdeos para obtener el visado en el Consulado portugués los alemanes bombardearon la ciudad, y que lograron cruzar la frontera apenas dos días antes de que los nazis tomaran Hendaya. La urgencia les obligó a dejar las maletas y los cuadros en la casa, que encargaron más tarde.
Pero ¿qué olvidaron allá aparte de papeles, pinturas y un puñado de enseres? La Villa Salesse, el número 131 Boulevard de la Plage, es de las pocas casas del estilo colonial clásico de la comuna que aún quedan en pie. En ella, el pintor relata haberse librado “en cuerpo y alma a la lucha de la técnica y la materia”. Recordaría su estadía en la villa como el momento en el que más firmemente había trabajado, con “un sentido de la responsabilidad intelectual que no había sentido antes”. A los paseos que dio por las playas de la zona debe los inmensos bancos de arena que inspiraron sus pinturas de ese periodo. Puede que abandonase aquel refugio empujado por la guerra, pero las dunas de Arcachon nunca abandonarán su obra.