La gestión de crisis es la tercera tarea fundamental de la OTAN. Puede implicar la adopción de medidas, militares y no militares, para abordar todas las facetas de una crisis -ya sea antes, durante o después de un conflicto- como subraya el Concepto Estratégico de 2010.
El valor añadido de la Alianza reside en su experiencia y capacidad, en unos procedimientos probados y en una estructura integrada de mando. Esta capacidad permite a la Organización gestionar un amplio elenco de situaciones en un entorno de seguridad cada vez más complejo, utilizando un conjunto de herramientas, políticas y militares, variado y completo.
En el marco de la Alianza, los países miembros trabajan y se entrenan juntos con el propósito de planificar y dirigir operaciones multinacionales de gestión de crisis, que a menudo requieren un despliegue urgente. En este contexto, la OTAN se puede considerar un “facilitador” que ayuda a los países miembros y a los socios a entrenarse juntos y a llevar a cabo operaciones conjuntas.