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Breve historia

Breve historia de la Embajada

La representación diplomática española ante la Corte de St. James fue creada en 1494 por el rey Fernando el Católico. Aunque Venecia y otros estados italianos establecieron las primeras Embajadas permanentes a mediados del siglo XV, España fue el primer país que nombró a un embajador fijo ante la Corte inglesa. Don Rodrigo González de Puebla llegó a Londres en mayo de 1495, cuando reinaba Enrique VII. Inglaterra, a su vez, acreditó a un Embajador permanente en España en 1505.​

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A lo largo de los siglos se sucedieron las residencias londinenses de los embajadores españoles. Una de las más destacadas fue la situada en Manchester Square, ubicada donde hoy se halla la Wallace Collection, junto a la Spanish Place y la iglesia católica de St. James. La iglesia fue construida sobre la capilla de una antigua Embajada de España, que durante muchos años fue el único lugar de Londres dedicado al culto católico y desde donde los peregrinos emprendían el tramo inglés del Camino de Santiago. Antes del traslado a la actual Embajada de Belgravia, la sede diplomática se encontraba en el 1 de Grosvenor Gardens.

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La residencia se localiza hoy en el 24 de Belgrave Square, en una mansión conocida como Downshire House. Diseñada por el arquitecto H. E. Kendal, está catalogada de “interés excepcional" por el National Heritage List. El edificio es de finales del periodo georgiano (S. XVIII) y es de estilo palladiano. El diputado Thomas Read Kemp, primer inquilino, financió la obra en unos terrenos que siguen perteneciendo al duque de Westminster. Su construcción formó parte del desarrollo urbanístico del barrio de Belgravia a principios del siglo XIX.

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El ocupante más célebre de la casa antes de la llegada de la diplomacia española fue seguramente W. J. Pirrie, presidente del astillero Harland and Wolff. Tras una reunión mantenida en esta residencia, la línea White Star encargó a Pirrie el proyecto más ambicioso de la época, la construcción del Titanic. Testigo de aquel tiempo es la mesa que hoy preside el comedor, destinada al trasatlántico y que finalmente se quedó en la vivienda.

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La mansión se convirtió en representación diplomática española en 1928, y su primer ocupante fue el marqués Merry del Val Zulueta. Se realizó, entonces, una profunda reforma del edificio, que incluyó la adquisición de las dependencias adjuntas destinadas a Cancillería. La firma parisina Alavoine y el arquitecto francés Fernand Allart se encargaron de la obra y de la nueva decoración, en la que se incorporaron muebles y piezas de anticuarios madrileños y londinenses.

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Dentro de las dependencias de la residencia sobresale el Salón español, llamado así por tener en el techo los escudos de los reinos peninsulares de los Reyes Católicos –Aragón, Asturias, Castilla, León, Galicia y Granada-. En el comedor principal se encuentra la mesa construida para el Titanic, considerada durante mucho tiempo la mayor de una sola pieza de Londres.

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El 24 de Belgrave Square alberga una rica variedad de esculturas, tapices y pinturas cedidas por el Museo del Prado. Destacan sendos retratos de Isabel II y de Felipe III, óleos de Ramón Bayeu (pintor español del siglo xviii), y la serie Victorias de Carlos V de Juan de la Corte.

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