El pasado día 19, me encontraba a las 4 de la tarde frente a la Sinagoga de la calle Dohány, en el centro de Budapest. Se estaba celebrando el 70 Aniversario del comienzo del Holocausto judío húngaro, que empezó con la entrada de las tropas de la Alemania nazi en Budapest, el 19 de Marzo de 1944. A las 7 de la mañana de aquel fatídico día comenzó a sellarse el destino de cientos de miles de ciudadanos húngaros que, por el hecho de ser judíos, perecerían en los campos de exterminio nazis o a manos de las bandas asesinas de las “cruces flechadas” húngaras –los temidos “nyilas”-.
Mientras escuchaba los discursos del Presidente y del Director de la Asociación de la Comunidad Judía en Hungría (MAZSIHISZ), András Heisler y Zoltai Gusztáv; del historiador Dr. László Karsai, y del actor András Bálint, estaba recordando a Jaime Vándor, fallecido dos días antes en Barcelona, y uno de los pocos niños judíos húngaros que sobrevivieron a la barbarie nazi, refugiado junto a su madre y sus hermanos en una casa protegida por España, en la calle Szent István Park número 35, de Budapest. Tenía solo 11 años y fue gracias a la valentía, profesionalidad y luminosa conciencia del entonces Encargado de Negocios de España en Hungría, Ángel Sanz Briz, que Jaime Vándor logró, junto con otros cientos de familias judías, salvar sus vidas y en el caso de la familia Vándor, comenzar otra nueva en España a partir de 1947.
Como Embajador de España en Hungría, y actual ocupante de la casa que el Estado español adquirió en la calle Eötvös número 13, hace casi 100 años, me sentí especialmente emocionado al conocer la noticia del fallecimiento de Jaime Vándor. No llegué a tener trato personal con él, pero viviendo en esta hermosa ciudad, habitando en una casa en la que sucedieron tantas peripecias, donde se fraguaron tantas esperanzas y recorriendo sus calles, no dejo de estremecerme a menudo con el recuerdo del sufrimiento de los judíos húngaros a lo largo de aquellos espantosos 10 meses. En Enero de 1.945 entraban las tropas soviéticas en el centro de Budapest. Lo que pasó después y el telón que pesadamente cayó en esta parte de Europa Central durante los 40 años posteriores, forma parte de otra historia que aún hoy está por contar.
El lunes 24, a las 4 de la tarde, acudí al muelle József Antall, “el muelle de los zapatos”, frente a Danubio, para rendir de nuevo homenaje a las víctimas del Holocausto y elevé mi sencilla plegaria, mirando al cielo azul de Budapest, por Jaime Vándor. Un hombre bueno y justo.
Enrique Pastor de Gana
Embajador de España en Budapest
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