El gran problema de esta organización es que a pesar de que el Tratado para la prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE) fue adoptado en 1996, todavía no ha entrado en vigor debido a las exigentes condiciones recogidas en su Anexo 2. Este anexo establece la obligación de que 44 Estados con capacidades nucleares sean parte del Tratado antes de que entre en vigor. En la actualidad de esos 44 faltan por ratificar o por firmar y ratificar 8: China, EEUU, Egipto, Irán, Israel (no han ratificado) e India, Pakistán y la República Democrática de Corea (no han firmado ni ratificado).
Si bien la entrada en vigor del Tratado no parece inminente, España y la Unión Europea siguen plenamente comprometidas con un instrumento que puede realizar una contribución muy valiosa a la paz y a la seguridad internacional. Cuanto más tarde en entrar en vigor el TPCE, mayor es el peligro de erosión del entramado de No Proliferación que se ha ido generando desde la década de 1960. Su entrada en vigor es, por tanto, fundamental para seguir discutiendo y ampliando los procesos de reducción de los arsenales de las potencias nucleares.
Desde el punto de vista técnico, la Comisión Preparatoria está culminando el proceso de extensión de la red de estaciones que forman el Sistema Internacional de Vigilancia. Hasta la fecha, se han certificado alrededor del 80% de las estaciones. (
Mapa del sistema internacional de vigilancia).
Así pues, la prioridad comienza a ser asegurar la sostenibilidad futura del sistema y la verificación de su efectividad, tal como pudo comprobarse cuando la República Popular Democrática de Corea efectuó sus tres ensayos nucleares (2006, 2009 y 2013) . En particular, se está otorgando una importancia creciente a la tecnología de gases nobles, que permite asegurar de forma irrefutable la naturaleza atómica de las explosiones que se hayan detectado y que es una de las tecnologías menos implantadas en el Sistema internacional de vigilancia.