La región ha sufrido profundos cambios y hoy hemos de constatar que tenemos una región mediterránea más compleja, más fragmentada, en la que hay nuevos actores y en la que se ha acentuado el impacto de cuestiones, que ya eran relevantes, como la inmigración. Los desafíos son claros, hacer frente a las amenazas para la seguridad, el desarrollo de democracias estables e inclusivas, la mejora de la situación económica.
Nuestra política mediterránea se ejerce en dos niveles; en el ámbito bilateral, intensificando nuestras relaciones bilaterales, y en el ámbito de la UE, abogando porque la dimensión mediterránea de la Política de vecindad, ante la urgencia de actuar frente a otras situaciones, no se vea postergada y siga siendo objeto de un tratamiento preferente.
Al mismo tiempo, España participa activamente en todas las iniciativas de cooperación a nivel regional -Unión por el Mediterráneo- o a nivel subregional -5+5- y en los foros de diálogo y cooperación -OTAN, OSCE, Consejo de Europa, OCDE-, así como promoviendo nuevas iniciativas de diálogo y cooperación.