No obstante, el 19 de febrero de 2011, los ministros de Finanzas del G-20 acordaron en París establecer una serie de indicadores para medir y vigilar los desequilibrios financieros que impiden una salida completa de la crisis económica mundial y permitir tomar decisiones políticas para corregirlos. El compromiso incluyó como criterios para medir los desequilibrios externos la balanza comercial y los flujos netos de ingresos de inversión y transferencias, que constituyen la balanza por cuenta corriente. Para medir los desequilibrios internos de los países, se acordó incluir el déficit y deuda públicos, la tasa de ahorro y la deuda privada.
El objetivo final, según se acordó en una reunión posterior en Washington, es determinar cuándo los niveles de deuda, los déficits comerciales u otros indicadores revelan riesgos sistémicos y establecer una serie de políticas correctivas a seguir por los países “peligrosos” bajo los auspicios del Fondo Monetario Internacional (FMI).
La oficina estadística europea Eurostat publicó por primera vez el 14 de marzo de 2012 un indicador de crecimiento sobre los países del G-20, en cuya elaboración colaboraron varias instituciones económicas internacionales como la OCDE o el FMI.
Indicadores de la OCDE
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publica de forma regular dos tipos de indicadores, previsiones propias sobre la evolución de sus 36 países miembros y de algunas de las grandes economías emergentes, y estadísticas armonizadas a partir de los datos proporcionados por los primeros.
Entre los indicadores de elaboración propia, los más importantes son los que aparecen en sus informes semestrales de Perspectivas Económicas que se publican dos veces al año: la primera, en mayo, suele coincidir con su reunión anual de ministros de Finanzas en París y la segunda, en noviembre. En las Perspectivas Económicas se detallan las proyecciones sobre el Producto Interior Bruto (PIB) de cada país para el año en curso y para los dos siguientes, pero también algunos de sus principales componentes como el consumo privado y público, la formación bruta de capital, las exportaciones y las importaciones. Igualmente aparecen en ese estudio las estimaciones sobre inflación, tasa de paro, saldo fiscal o balanza por cuenta corriente para los miembros y los grandes Estados emergentes, así como para el conjunto de la OCDE y para el bloque de la zona euro.
Entre cada uno de estos dos grandes informes semestrales se hacen públicas otras previsiones interinas, que sirven al departamento económico de la organización como ejercicio de actualización en función de la coyuntura, con cifras únicamente para los países del G-7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido).
El otro gran ejercicio de previsión, a más corto plazo, es el que se realiza mensualmente con la divulgación de los indicadores compuestos avanzados, que pretenden anticipar inflexiones en el ciclo económico. Estos indicadores compuestos para los 36 miembros y para grandes economías emergentes (Brasil, China, India, Rusia y Sudáfrica), sobre la base del nivel 100 que marca la media de largo plazo, permite evaluar si la tendencia coyuntural es a la mejora o al empeoramiento.
Otro grupo de estadísticas ofrecidas por la OCDE se refiere a la evolución pasada y resultan de la puesta en común, con parámetros estandarizados, de los datos que le aportan sus Estados, con carácter mensual en el caso de la tasa de paro y del índice de precios al consumo, a los que se añaden las correspondientes al conjunto de la organización.
En esa misma línea, pero con periodicidad trimestral, se dan a conocer los movimientos pasados en el PIB tanto de la OCDE como del G-20, la tasa de empleo, el comercio internacional o los costes laborales.